La neurociencia continúa revelando pistas valiosas sobre cómo gestionar nuestras emociones y cuidar de nuestra salud desde una perspectiva integral. En Madrid Mejora Tu Vida nos hemos desplazado hasta la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid para conversar con la neurocientífica Nazareth Castellanos, una de las voces más reconocidas en el campo de la neurociencia aplicada al bienestar.
¿Cómo podemos gestionar nuestros pensamientos?
A lo largo del día generamos miles de pensamientos —la mayoría de ellos automáticos, repetitivos y muchas veces inútiles para nuestro bienestar emocional. La doctora Castellanos advierte que antes de lanzarnos a “observar los pensamientos”, es necesario entender desde dónde vamos a trabajar con ellos. Es decir, aprender a conectar con el cuerpo y no quedarnos atrapados solo en la actividad mental.
La conexión entre cerebro, corazón e intestinos
Uno de los hallazgos más fascinantes que ha arrojado la neurociencia reciente es la estrecha relación entre cerebro, corazón e intestino. Según Castellanos, cuando nos enfrentamos a una situación emocionalmente conflictiva, el corazón comienza a latir de forma más rítmica y organizada, y ese patrón tiene un impacto directo sobre el cerebro.
"Es el corazón el que toma el control en ese momento", señala. Esta relación no es unidireccional: también el intestino, a través del llamado "segundo cerebro", influye en nuestra percepción emocional. Por eso, escuchar al cuerpo y atender sus señales se vuelve fundamental para autorregularnos.
Meditación y atención corporal
Castellanos subraya que la meditación no consiste en dejar la mente en blanco, sino en desvincularse de la reacción emocional automática y centrar la atención en el cuerpo. Esta práctica ayuda a disminuir la ansiedad y a ganar claridad. “Se trata de sacar a la mente de la situación emocional y llevarla a lo corporal”, explica.
Este enfoque conecta con lo que ella llama reciprocidad fisiológica, es decir, cómo el cuerpo de una persona puede sincronizarse con el de otra a través de elementos como la respiración o el contacto físico. Esta sincronización explica, por ejemplo, por qué nos sentimos en calma al estar cerca de alguien tranquilo, o al practicar una respiración pausada en grupo.
¿Es posible controlar las emociones?
Aquí la neurociencia nos invita a cambiar el enfoque: no se trata tanto de controlar como de acompañar. Para Castellanos, intentar suprimir o inhibir lo que sentimos puede resultar contraproducente. En lugar de luchar contra una emoción desagradable, la clave está en observarla, entenderla y dejar que transcurra sin engancharnos.